Las vacaciones pueden sentirse como una montaña rusa:
Al principio sentimos un alivio, porque se acabó el corre corre;
Pero a los días…
La convivencia empieza hacer de las suyas ¿sí o no?
Los roces comienzan a aflorar y los defectos de todos comienzan a notarse más.
Puede ser un tiempo difícil de llevar; pero sabes? También puede ser un tiempo maravilloso para crecer!
Para crecer en tántos aspectos: físico (literal -pues la hormona del crecimiento se segrega al dormir-) pero también otros como familiares, personales…
Y finalmente antes de entrar a la rutina nuevamente, nos invade una especie de resistencia, porque ya nos hemos adaptado, nos hemos acomodado… le hemos encontrado el gusto a la convivencia.
¡Es la cosecha de haber crecido; de haber conectado!
Quizás pudimos ponernos al día con el libro que tanto deseábamos leer, quizás el trato entre todos mejoró, quizás esa debilidad que pudimos identificar… nos llevó a ejecutar un plan de acción para fortalecerla…
¡Seguramente estamos más unidos que antes 💞!
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