miércoles, 11 de junio de 2014

The orange rhino challenge

Aquí les dejo la tradución al español del artículo que les comenté por instagram sobre una madre estadounidense de 4 hijos que se propuso no gritarles por 365 días seguidos pasara lo que pasara.

10 cosas que aprendí cuando dejé de gritarle a mis hijos

Traducción: Putum putum

Alguien me preguntó este fin de semana pasado, “¿cuáles fueron tus conclusiones por no gritar durante un año? ¿Has aprendido algo?” Eh, muy buena pregunta. Y me hizo pensar: “Bueno, ¿qué aprendí?” Voy a decir esto: aprendí mucho, mucho más de lo que puede caber en una posible entrada en el blog! Así que quiero compartir con ustedes las 10 mejores cosas que he aprendido de mi “Desafío Rinoceronte naranja” donde me prometí no gritar a mis 4 niños durante 365 días seguidos.

1. Gritar no es la única cosa que no he hecho en un año (399 días para ser exactos!)

Tampoco he ido a la cama con un pozo desgarrador en mi estómago porque me sentía como la peor madre del mundo. No he gritado a mi marido a quien le gritaba una y otra vez. Y no he oído a mis hijos gritar: “Tú eres la peor mamá en el mundo, no te quiero más!” Sí, aprendí realmente rápido que es mucho mejor no gritar!

2. Mis hijos son mi público más importante.

Cuando tuve mi “epifanía no más gritos,” me di cuenta de que yo no grito en presencia de los demás, porque quiero que crean que soy una madre amorosa y paciente. La verdad es que yo ya era así pero rara vez cuando estaba sola, siempre cuando estaba en público con una audiencia para juzgarme. ¡Esto debería ser al revés en realidad! Siempre tengo un público – mis cuatro chicos siempre me miran y ellos son la audiencia que más me importa-, que son a quienes yo quiero mostrar lo amorosa, paciente y “libre-de-gritos” que puedo ser. Quiero que mis hijos me juzguen y proclamen: “Mi mamá es la mejor mamá del mundo!” Recuerdo esto cada vez que estoy en casa y pienso que no puedo perder la cabeza, obviamente no puedo … ¡ya lo haré fuera de casa todo el tiempo !

3. Los niños son niños, y no sólo los niños, la gente también.

Al igual que yo, mis hijos tienen días buenos y días malos. Algunos días son agradables y dulces y escuchan muy bien, otros días son gruñones y difíciles. Por cierto, yo soy siempre dulce y nunca difícil. Siempre. ¡Ja! Y como todos los niños, mis hijos son difíciles, a veces, se niegan a ponerse sus zapatos, y pintan la pared, sobre todo si se trata del nuevo papel de pared que a mamá tanto le gusta. Así que sí, tengo que revisar mis expectativas y recordar que mis hijos son niños: ellos todavía están aprendiendo, siguen creciendo, y todavía tienen que encontrar la manera de manejar el despertarse con el pie izquierdo. Cuando se “equivocan” tengo que recordar que no sólo no ayudan los gritos, sino que como yo, no les gusta que les griten!

4. No siempre puedo controlar las acciones de mis hijos, pero siempre puedo controlar mi reacción.

Puedo hacer mi mejor esfuerzo para seguir todos los trucos de crianza del mundo para tener a los niños bien disciplinados, pero ya que mis hijos son niños, ellos no van a hacer siempre lo que quiero. Puedo decidir si me dan ganas de gritar “¡recoge tus Legos!”  cuando ellos no escuchan o si quiero irme lejos por un segundo, recuperar la compostura haciendo algunos saltos, y luego regresar con un nuevo enfoque. PD: el irse y tomar un respiro en realidad puede obtener los Legos recogido más rápido que gritar.

5. Gritar no funciona.

Hubo numerosas ocasiones en que quería dejar mi “Desafío rinoceronte naranja” cuando pensaba “gritar sería más fácil que encontrar respiraciones profundas y alternativas creativas”. Pero yo era consciente. Desde el principio, he aprendido que gritar simplemente no funciona, eso sólo hace que las cosas salgan de control y hace que sea difícil para mis hijos para que oigan lo que quiero que aprendan. ¿Cómo pueden escucharme claramente decir “Date prisa, cojan sus mochilas, sus zapatos, sus chaquetas, no se peleen entre sí, vayan más rápido y háganlo todo ustedes solos!” cuando todo es una mezcla de intimidación y órdenes que hace que se pongan a llorar?

6. Momentos increíbles pueden suceder cuando no se grita.

Una noche oí pasos que venían de abajo y después de la hora de acostarse. Aunque enfurecí ya que mi “tiempo para mí” se vio interrumpido, me quedé tranquila y regresé a decirle a mi hijo  que volviera a la cama. Mientras lo metía en la cama me dijo “Mami, ¿me amarás si me voy al cielo primero, porque si vas primero, yo todavía te querré. De hecho, yo siempre te amaré. “Las lágrimas todavía vienen a mis ojos sólo de escribir esto. Puedo garantizar que si hubiera gritado “¡Vuelve a la cama!” nunca hubiéramos tenido esa dulce y tan importante conversación.

7. ¡No gritar es difícil, pero se puede!

No voy a decir que no gritar es fácil, pero conseguir ser creativo con alternativas sin duda lo hizo más fácil y más factible. Y después de gritar en el inodoro, golpear mi pecho como un gorila, cantar Lalala, Lalala es el mundo de Elmo, y el uso de servilletas de color naranja en las comidas como un recordatorio de la promesa, hicieron sin duda todo mucho más fácil. Claro, me siento tonta a veces al hacer estas cosas, pero me mantienen para no dejarlo. Lo mismo ocurre con mis nuevas palabras favoritas: “por lo menos”. Estas tres pequeñas palabras me dan una gran perspectiva y me recuerdan que debo relajarme. Yo las utilizo fácilmente en cualquier situación molesta. “¡Acaba de derramar toda una jarra de leche en el suelo … por lo menos no era de cristal y por lo menos estaba tratando de ayudar!”

8. Muchas veces, yo soy el problema, no mis hijos.

La línea de ruptura, “No eres tú, soy yo” suena incómodamente cierta cuando el aprendizaje es no gritar. Rápidamente me di cuenta de que muchas veces he querido gritar porque me peleé con mi marido, me sentí abrumada por mi lista de tareas pendientes, estaba cansada o era esa época del mes, no porque los niños se comportaran “mal.” También me di cuenta del reconocimiento de mis disparadores personales diciendo en voz alta: “Rinoceronte naranja, tienes el SPM (síndrome pre menstrual) y necesitas chocolate, tú no estás enojada con los niños, no grites” funciona muy bien para mantener a raya los gritos.

9. Cuidar de mí me ayuda a no gritar.

Siempre fui muy buena para cuidar de los demás, sin embargo, no siempre era buena en el cuidado de mí misma hasta ahora. Una vez que me di cuenta de que los desencadenantes personales, como sentirse con sobrepeso, sentirse desconectada de los amigos, y sentirse exhausta me predisponían a gritar, y empecé a cuidar de mí. Empecé a ir a la cama temprano, priorizando el ejercicio, tratando de llamar a un amigo un día y lo más importante, me empecé a decir que está bien que no sea perfecto. Cuidar de mí no sólo me ayuda a no gritar, sino también me hace más feliz, más relajada y más amorosa. Ah, los beneficios de no gritar se extienden mucho más allá de ser padres! No hay duda de que estoy haciendo una mejor crianza de mis hijos y en lo personal,  ahora que no me grito. Sólo por nombrar algunos de los beneficios inesperados de no gritar: Hago más actos de bondad al azar, puedo manejar situaciones estresantes con más gracia, y me comunico con más amor con mi marido.

10. No gritar se siente increíble.

Ahora que he dejado de gritar, no sólo me siento más feliz y más tranquila, también me siento más ligera. Me voy a la cama libre de culpa (a excepción de la galleta extra que comí ese día) y despierto con más confianza en que puedo ser una madre con una mayor comprensión de mis hijos, mis necesidades, y cómo ser más amorosa y paciente. Y estoy bastante segura de que mis hijos se sienten más felices y más tranquilos también. Sé que todo el mundo quiere leer, “dejé de gritar, y no sólo me siento muy bien, sino también mis hijos son ahora más tranquilos y perfectamente atendidos.” Bueno, no lo son. Ellos siguen siendo niños. Pero, las rabietas son más cortas y algunas se evitan completamente. Ahora que estoy más tranquila, puedo pensar más racionalmente para resolver problemas potenciales antes de que me venga una crisis. Pero olviden por un segundo que los niños se comporten perfectamente. Definitivamente, mis hijos son más amorosos hacia mí, y ahora me dicen muy a menudo “Te amo mamá Rinoceronte Naranja” y eso se siente impresionante, se siente fenomenal.

lunes, 26 de mayo de 2014

Video referente a la educación de la voluntad. Pilar Sordo

Aquí les dejo este video que me mandó una amiga y me encantó, porque definitivamente educando a nuestros hijos en voluntad los estamos educando para la vida. Las situaciones de la vida nos exigen ser recios y si nosotros como padres ayudamos a nuestro hijos a lograr las cosas así éstas conlleven sacrificio, tendrán algo adelantado. Luego me gustaría escribir algo sobre la voluntad un poco más profundo. Saludos!


lunes, 12 de mayo de 2014

¡Qué vivan las mamás!


Este es tan sólo una muestra de esos gestos que tienen nuestros hijos con nosotras sus mamás, que hace que cada desvelo, cada angustia, cada desorden, cada malcriadez, cada cansancio, cada desajuste, cada fiebre, cada vaso derramado, cada camisa manchada, cada actividad sin poder terminar en el momento, cada lágrima... sencillamente VALGA LA PENA; porque ser madre es al mismo tiempo el don más grande, la experiencia más maravillosa, divertida, emocionante, retadora, exigente, trascendente, gratificante... que pueda existir para cualquier mujer con vocación de mamá.

¡FELÍZ DÍA DE LAS MADRES!

Y mi a mami querida (la más guapa, sin duda, del mundo) simplemente GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.

lunes, 28 de abril de 2014

Mi pequeño manual para la enseñanza de buenos hábitos alimenticios en nuestros hijos



No soy ninguna profesional de los principios nutricionales, solo soy mamá de tres niños;  una de ellas con dos años y medio que sí que me ha dado guerra con el tema de la comida; pues luego de que mi primer hijo fuese bastante dócil en ello, realmente nunca fue que instauré muchos hábitos, él simplemente comía lo que le diera así que no me importaba que se alimentara por ejemplo frente al televisor o sentado en el sofá de la casa.

Pero fue cuando me tocó enseñar de comer a Claire, que tuve que repasar si estaría cometiendo algunos errores o si podría aprender algún truco para que mi querida bebé pudiese aumentar su talla que se encontraba tan solo en el percentil 3 de estatura que significaba que de 100 niñas / 97 serían más altas que ella. 

Esto significó tenerle que hacer distintas pruebas para descartar que la falta de crecimiento se debiese a la pérdida de calcio u otras causas. Y fue hace unos cuantos meses que luego de haber instaurado una cantidad de nuevos hábitos alimenticios y de saber gracias a los distintos exámenes que todo andaba con normalidad, que Claire subió al percentil 15 (que sigue siendo bajo, pero ya no tanto y además coincide con su patrón familiar, de esa forma lo considero un logro y lo más importante "Claire ahora come")

Digo "Claire ahora come" porque a ella sencillamente no le gustaba NADA de eso que alimenta. Haciendo muchos esfuerzos lograba que un día probara arepa, pollo o plátano, pero al día siguiente ni eso... 

Así es que esta situación me llevó a tener que leer y leer, consultar e investigar. Y como resultado de ello, escribiré lo que considero es fundamental cuando se trata de instaurar hábitos alimenticios a tus hijos:

  • Primero que nada comienza desde el mismo momento que al bebé se le incorpora un alimento diferente a la leche, luego podría ser tarde, aunque nunca "demasiado" gracias a Dios. 
  • Intenta variar cada semana los menús para estimular su gusto. Muchas veces caemos en el error de darle la misma fruta o la misma sopa pensando que si le ha gustado la primera vez le gustará las demás veces, deberíamos insistir en variar todos los días si es posible incluso las texturas (pues podría aburrirse del sabor o presentación y comenzar a rechazarlo).
  • Establece horarios para la leche y los sólidos sin obsesionarte con la puntualidad. La rutina y estructura es sumamente importante, especialmente cuando se trata de niños que "no comen". Los padres deben establecer reglas al momento de comer y mantenerse firme en ellas. Nuestro hijos asociarán que si soy firme con la hora o el lugar de comer, también lo seré con el menú ofrecido.
  • Evita el picoteo entre las comidas: si dejamos que antes del desayuno, almuerzo, merienda o cena nuestros hijos tomen algún jugo o galleta, desajustaremos el reloj biológico y cuando sea el momento de la comida no tendrán el mismo apetito y ya no será un tema de que guste o no, estaremos añadiendo un enemigo adicional "la inapetencia".
  • Si a tu hijo le da hambre antes de la hora, ofrécele agua (en la siguiente comida podrías aumentar un poco la porción de comida o quizá podrías adelantarla unos cuantos minutos) y recuerda que esos alimentos azucarados o bebidas es bueno reservarlos para días especiales como los cumpleaños, etc. Les hacemos un bien cuando les damos estructura porque los pequeños no saben lo que esta bien o mal, pero necesitan que nosotros los orientemos.
  • Ofrécele porciones pequeñas que visualmente no desestimulen al niño y con los días podrás irlas aumentando, sin embargo recuerda que es mejor que repita, a que deje comida en el plato. Así el niño se siente que ha logrado su objetivo.
  • Propicia un ambiente agradable para tu familia a la hora de comer. Aprende a relajarte ese día que tu hijo decidió no comer demasiado, establécele una meta que pueda cumplir (dos cucharadas de esto y una de aquello).
  • Elogios:  los padres pueden recurrir a las felicitaciones al momento de comer, de tal manera que el niño reaccione positivamente a probar nuevos alimentos. Es importante no hacer un uso desmedido de los mismos (debemos guardarlos para aquello que realmente deseamos reforzar).
  • Comer en familia: evita comer frente al televisor. Si tu hijo ya no es tan bebé inclúyelo a la mesa y colócale algún taburete si es necesario para darle la altura adecuada. Algunos estudios demuestran que los niños que comen junto con sus padres se alimentan mejor que los que comen solos. Toman más frutas y verduras, poseen mayores habilidades de expresión, establecen relaciones más saludables con los otros y se sienten mejor integrados en su familia. En horario infantil, la televisión concentra la emisión de anuncios de alimentos que pueden influir en los hábitos de consumo del niño. La mayoría de anuncios son de chucherías, chocolates, refrescos, etc. (Aída Díaz, 2010. Comer viendo la tele de: http://www.serpadres.es/familia/vida-en-familia/comer-viendo-la-tele.html).
  • Deje que el niño se alimente solo: Después de que el bebé cumpla un año, puede comenzar a animarlo a alimentarse por sí mismo para que vaya dominando las habilidades a la hora de comer.  
  • Perseverancia: hay quienes dicen que un alimento debe ser probado al menos 20 veces antes de que comience a gustarle al niño. 
  • El ejemplo: si te aplicas a ti misma los mismos principios nutricionales, tu hijo adoptará más fácilmente estos hábitos. Y si tus hijos ven que tienes una relación sana con la comida van a imitarte, así que trata de esforzarte por tomar agua, comer verduras, frutas y granos.
Esperando que estas ideas les sean útiles, muchos éxitos en la instauración de buenos hábitos alimenticios.

lunes, 24 de marzo de 2014

¿Buenos modales desde pequeños? 10 CONSEJOS

 "Estoy convencido que una forma de ser cada día mejores educadores es PENSAR, con cierta profundidad, sobre nuestra tarea" (Calderero, 1996, p.8) me pareció la mejor manera de comenzar el artículo que les presento, pues cualquier cuestión cuando se trata de educar a nuestros hijos y lograr así los resultados deseados, necesita de una verdadera planificación, del establecimiento de objetivos y la ejecución de planes de acción; para ello es indiscutible esto del "...PENSAR, con cierta profundidad..." porque cuando esperamos que por sí solos los niños se eduquen, el resultado seguramente no será justamente el que queremos.

Otra razón por la cual he decidido comenzar citando a Calderero es porque las ideas que les comentaré son las que me he quedado luego de leer su libro: Los buenos modales de tus hijos pequeños (es el número 49 de la serie Hacer Familia). 


Estoy segura que a todas las madres nos ha pasado alguna vez que nuestros hijos nos han hecho pasar pena en situaciones donde ellos no han tratado con respeto por ejemplo a los bisabuelitos, abuelos,  amigos etc; quizá respondiendo con alguna pesadez o simplemente porque ese día no quisieron saludar o hasta porque hayan hecho alguna malcriadez como solemos decir cuando arrancan a llorar por cuestiones de menor importancia. Es en esos momentos cuando nos cuestionamos el por qué de esas conductas y repasamos lo que estamos haciendo para educarlos en esto de los buenos modales, pues pareciera que los famosos "sermones" y el sólo "deseo" no son suficientes.

Apartando el hecho de las "penas" que nos hagan pasar, es importante saber que la eficacia depende en gran medida de las motivaciones, no es suficiente corregirlos porque nos molestan o nos dejan en mal lugar, debemos corregirlos porque deseamos su bien.

Calderero indica que cuando pensamos en buenos modales, se nos viene a la cabeza las siguientes palabras: orden, elegancia, amor, generosidad y que estaríamos satisfechos como padres si lográsemos que nuestros hijos procurasen tratar bien a: los objetos, animales, plantas, personas y a Dios. Comenta que las buenas relaciones con Dios conllevan a un buen trato con los demás seres creados, sin embargo prácticamente cuando son pequeños quizá haya que comenzar con el hábito de tratar bien los objetos por ser más fáciles de conocer y de aprender a tratarlos. Luego se acostumbrarán a ser cuidadosos y poco a poco pondrán mejor atención y estarán en mejores condiciones para tratar bien a sus semejantes.

Otra importante consideración es la de que los buenos modales se relacionan con la virtudes en dos sentidos: la primera que para practicarlos, se requiere haber adquirido al menos en grado aceptable algunas de ellas; y la segunda que la práctica de los buenos modales consolida la adquisición de las mismas.

Para no alargar demasiado el artículo describiré rápida y concretamente aquello que según el autor se necesita para poder educar en este tema a nuestros hijos:

1. Delicadeza entre los esposos: el modo de tratarse marido y mujer será el motor del proceso de mejora de los buenos modales del resto de la familia. Los hijos deben ver hecho realidad en nuestra conducta diaria aquello que pretendemos inculcarles y debe ser auténtico, pues los hijos sabrán cuando alguna actitud no proviene del amor, porque la cortesía fingida repele.

2. Buenas relaciones entre padres, hijos o hermanos: tener buenos modales fuera de la casa no será posible si internamente no se viven en la casa. Procuremos que se quieran los hermanos, es importante acostumbrarles a usar el por favor, las gracias y el perdón. Para exigir a los hijos que nos traten bien, hay que tratarles bien a ellos, aunque eso no signifique que les demos todo lo que desean. Hay que ayudar a los hijos a darse cuenta que se debe pasar del servirse al servir. En casos donde la edad propicie a los niños el instinto de posesión -mío - mío - hay que poner especial empeño en que los pequeños aprendan a respetar las propiedades de los hermanos, ser generosos con las cosas, pedir permiso para usar algo de otro, prestar lo que se nos ha pedido, devolver lo que se nos haya prestado y siempre recordar que las personas son mucho más importantes que las cosas.

4.  En cuanto al trato con las personas mayores: entre algunas recetas prácticas para enseñar a los hijos a tratar bien a los abuelos están el no criticarles en su ausencia, reforzar su imagen, comprender sus limitaciones, ayudarles en cuestiones materiales, escucharles con paciencia y cariño, tenerles al corriente de las cuestiones familiares, visitarles, escribirles, dedicarles tiempo. Recordemos que nuestros hijos tratarán a sus abuelos según lo hagamos nosotros. Podríamos explicarles que los ancianos tienen limitaciones y hay que ayudarles (siempre habrán maneras dependiendo de la edad de que el nieto ayude al abuelo)

5.  La auténtica integración familiar: cuando existe una auténtica integración en la familia, se produce una estabilidad emocional (que es la base de una personalidad consolidada) y con una mayor seguridad en sí mismo, cada quien puede salir de sí para atender las necesidades de los demás y poder tratarles como se debe.


6. El orden, la limpieza, el buen gusto en el hogar: la casa es el primer lugar de aprendizaje en todos los órdenes de la vida. Es el sitio donde van a aprender a amar a sus semejantes, también donde aprenderán a cuidar los objetos y respetar las cosas: los aspectos materiales no son en sí mismos lo más importante, pero ese buen gusto y disposición agradable de los objetos pueden ayudar de modo importante a que se den buenas relaciones familiares. Incluyendo a los niños por ejemplo a través de encargos, estos también de alguna manera ayudan a preservar el ambiente del cual hablamos.

7. Higiene y arreglo personal: de alguna manera hay una relación entre la higiene, la salud, los buenos modales y el tipo de alimentos que toman nuestros hijos. Un niño educado es un niño limpio, peinado y arreglado. Desde pequeños acostumbremos a nuestros hijos al baño o a la ducha diaria, así luego cuando puedan hacerlo solos extrañarán aquel día en que por alguna circunstancia no lo pudieron realizar. 

8. Comportamiento en el tiempo libre: es ideal que los hijos estén ocupados. Sería casi imposible que un niño adquiera buenos hábitos y modales si su vida está metida de lleno en el aburrimiento. "Aunque habría que matizar, casi que se podría asegurar que niño ocupado = niño educado" (Calderero, 1996, p.242). El juego es una actividad importantísima en la que los niños desarrollan muchas capacidades y habilidades; un niño que sabe jugar en la casa -no molesta- pero debemos recordar que a los niños pequeños hay que enseñarles a jugar, con lo cual no podemos esperar que se distraigan solos por tanto tiempo sólo por el hecho de que deseamos que "no nos molesten", tendremos que sentarnos y dedicar parte de nuestro tiempo a jugar con nuestros hijos.

9. Urbanidad de la piedad: como se dijo anteriormente, el aprender a tratar a Dios quizá no sea tan fácil como a los objetos o semejantes, pero sabiendo que quien posee buenas relaciones con Dios, poseerá buenas relaciones con los demás, los padres debemos empeñarnos en educar a nuestros hijos en la urbanidad de la piedad. En primer lugar con el ejemplo, el recogimiento de los padres y demás fieles (así nuestros hijos sabrán poco a poco que allí pasa algo -que Dios está realmente presente-), luego con el cuido del porte exterior en la iglesia, con enseñarles que hagan la señal de la cruz sin prisas, con el hacer una genuflexión cuando se pasa frente al sagrario, el enseñarles a rezar en casa, etc... son cuestiones que facilitan este conocimiento o buen trato.

10. Educar con intencionalidad: para finalizar los invito a que eduquemos con intencionalidad y veremos que lograremos mejores resultados ya que realmente estamos deseando el bien de nuestros hijos y no el propio. Recordemos que con niños educados, tendremos la posibilidad de tener sociedades educadas donde cada quien vele por el otro.

Hasta un próximo encuentro.

miércoles, 5 de marzo de 2014

¡A celebrar los cumpleaños de nuestros hijos!


Llegamos al mes de marzo, cumpliremos ya cuatro años de aquel día donde vimos nacer a nuestro hijo mayor. Eso me motivó a escribir sobre la importancia de celebrar los cumpleaños de los niños.

Como padres debemos encargarnos de hacer sentir a nuestros hijos que ese día es especial. Para eso no tenemos que armar una gran fiesta, pero si podemos hacer que ese día sea diferente e importante: los regalos, la reunión de la familia y los amigos, la canción de cumpleaños, la preparación de la torta, el poner especial empeño en la forma en como nos vestimos ese día; son las cosas que tradicionalmente ayudan a que lo vivamos de manera alegre y emocionante.

Podríamos pensar que nada de esto hace falta y que alguien inventó lo de los cumpleaños para comercializarlo, sin embargo hay razones que realmente son las que llevan a que le demos importancia a este día. En el caso de los niños, resulta que con los años se van cerrando ciclos y se van abriendo otros: es importante hacerles saber y sentir que han crecido (y el cumpleaños es el momento que marca este hecho). Cuando ellos reconocen que, al igual que él, otros se contentan con la llegada del día, también se fortalece el autoestima. 

Incluso al involucrar al niño y los familiares en la preparación de la celebración (a pesar de que esto entorpezca el proceso) haremos que el evento sea aún más memorable (los hermanos de hecho se alegran verdaderamente y permiten que el protagonista sea el cumpleañero del día). No podemos olvidar que los cumpleaños nos recuerdan que estamos vivos, que existimos y que la vida es un regalo de Dios, quien ha querido que a lo largo de ella participemos de la felicidad de la cual gozaremos al final de los tiempos si logramos hacernos "buenos" y ayudamos a otros en esto mismo; con lo cual ¡Celebremos la vida! 

Ahora colocaré imágenes que conseguí con ideas que podríamos copiar para hacer los centros de mesas a partir de chupetas, chocolates o cualquier otro dulce (así daríamos el espacio a los niños y familiares para que puedan involucrarse) otra forma de colaborar puede ser con la elaboración de los postres, manteles, rellenando la piñata, envolviendo los cotillones, etc.





lunes, 17 de febrero de 2014

Aburrimiento TOTAL


Puedo imaginar que si eres mamá venezolana y no has enviado en estos días a tus hijos al colegio en apoyo a nuestros queridos estudiantes que luchan intensamente por un mejor país, que has tenido que dejar de trabajar para poder atenderlos, que has tenido que turnarte con tu esposo para asistir a las manifestaciones porque tú también quieres un cambio donde ir al mercado no signifique pasar por cinco tiendas y aún así no conseguir lo que buscabas, andar rezando ángeles de la guarda todo el día para que tus familiares y personas queridas lleguen a su casa sanos y salvos, donde la inflación no nos haga cada día más pobres porque todo aumenta debido a malas políticas económicas llevadas por el gobierno que nos dirige, etc, etc, etc... Es muy probable que tu y tus hijos ya no sepan qué hacer para combatir el aburrimiento de estos días donde la rutina no es rutina y las horas se hacen larguísimas de tanto escuchar peleas, llantos, inconformidades y más de los pequeños.

Pues eso me llevó a investigar un poco sobre el tema del aburrimiento, las razones y cómo combatirlo; es un tema aplicable también para toda situación donde la rutina no es rutina (vacaciones, suspensión de clases, fines de semana sin salir de casa, etc)

Siempre he pensado que el aburrimiento es algo que viene en ese preciso momento donde ya no tenemos ninguna actividad programada o establecida, pues en el día a día lo normal es que desde el momento de levantar a nuestros hijos al de acostarlos, ellos han pasado por el vestir, comer, colegio, tareas, fútbol, inglés, kárate, ballet, natación o fiestas... sin dar siquiera la posibilidad de tener ese tiempo disponible donde generalmente aparece lo aburrido.  

Sin embargo (aunque considero bueno que los hijos tengan ocupaciones) justamente esa cantidad exagerada de actividades es lo que hace que los hijos y hasta nosotros mismos en el instante donde no tengamos "nada que hacer" tendamos a aburrirnos.

Resulta que cuando todo se basa en horarios o actividades pasivas (como la famosa e intrusa televisión) donde los niños no necesitan pensar, no desarrollan la concentración, ni la imaginación o cuando los niños tienen demasiados juguetes y estímulos externos, se hace difícil que desarrollen  "la capacidad de introspección y los recursos internos que les permiten encontrar formas de entretenimiento intelectuales e incluso artísticos" (Lorraine Ladish, 2014. Cómo evitar que tu hijo se aburra de: http://mamalatina.about.com/od/Tiempo-Libre/ht/mi-hijo-se-aburre-que-hago.htm) 

En ese sentido, por una parte convendría examinar qué tanto tiempo le dejamos a nuestros hijos para que aprendan a "no aburrirse" evitando tenerles tantas actividades planificadas; ya que el aburrimiento puede convertirse en una gran idea en la cocina, gran mural con pinturas, momento para bañar al perro o lavar el carro entre otras. Al final de cuentas y algo muy importante cuando se trata de niños pequeños, creo que el -me aburro- es una forma de llamar la atención, ya que en muchas ocasiones lo que desean es que los padres les dediquemos parte de nuestro tiempo y les ayudemos a soltar la imaginación involucrándonos en el juego de ellos o cualquier otra actividad, pues podría resultar que siendo pequeños no sepan jugar del todo solos.  

Personalmente veo muy importante esta última consideración, pues en la experiencia propia he visto cómo al involucrarme en los juegos de mis hijos ellos pelean menos, ríen más, se distraen por mayores cantidades de tiempo que si lo harían solos, incluso servimos de facilitador y les ayudamos a compartir mejor los juguetes, es momento para establecer lazos de unión, respeto y ganar autoridad (pues pasamos de ser una figura que solo exige y da órdenes, a una que los acompaña en el proceso permitiéndonos entender mejor las fortalezas o debilidades de ellos en el momento del juego) en definitiva "se aburren menos".

Y como ya he pasado bastante tiempo aquí en la computadora, veo el momento de terminar el artículo porque Héctor y Claire ya comenzaron a llamar mi atención peleando por unos colores que no quieren compartir, así es que ¡A pintar se ha dicho!