Es necesario aceptar y amar al otro como es, aprendiendo y valorando aquello que complementa y enriquece. Una acción importante es la de entender la diferencia como un camino de unión conyugal y no como una limitación personal para alcanzar el amor.
El verdadero amor respeta y quiere la diferencia, ya que ésta:
- Complementa y enriquece: permite que las carencias de uno de los cónyuges puedan verse compensadas por las virtudes del otro.
- Hace madurar el matrimonio: el matrimonio que madura centra su vida en el otro y no en sí mismo, viviendo una realidad conjunta que tiene en cuenta las necesidades y peculiaridades del otro. Los niños, en cambio, centran su vida en ellos mismos sin entender que existe una realidad ajena a ellos.
- Desarrolla nuestra autoestima: el cónyuge se muestra tal y como es, sin juicios ni reproches, aceptando lo que es ayudado por la aceptación del otro.
- Aporta visión de futuro: abre a las oportunidades y a la novedad.
- Ayuda a conocerse mejor: a través del otro se percibe la singularidad propia, aquella que incluso que no se conoce.
- Equilibra interiormente: da cabida a otros modos de actuar, nuevas estrategias de solución de problemas, de aceptación de realidades, en definitiva, de vida.
- Conduce a la felicidad: si se acepta la realidad y se vive como parte de la vida necesaria para el amor conyugal, se alcanza la felicidad.
Fuente: thefamilywatch
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