Resulta
que desde pequeños nos podemos dar cuenta sin saber muchas cosas, que el ser
varón y el ser mujer son diferentes. No importa cuán profundo sea nuestro
conocimiento de esta cuestión, es una verdad que todos percibimos. Sin embargo,
también sabemos que las cosas pueden ser miradas desde distintos puntos de
vista y eso no significa que alguna de las dos visiones esté mal, como cuando
una persona frente a otra ven un objeto que por un lado es cóncavo y por otro
convexo, y se empeñan en tratar de convencer al otro de que el objeto no es
cóncavo como así afirma sino convexo y viceversa. Resulta que ambos tienen razón
y de ahí la importancia de aprender a ponerse en el lugar del otro para poder
entender los pensamientos y visiones que no son propias.
En
el matrimonio el ser varón y ser mujer imprimen una manera de percibir y
entender el mundo diferentes. Es quizá muy importante para que la comunicación
entre los esposos entonces fluya de manera adecuada, que sepamos esta situación
y aprendamos a ponernos en el lugar del otro. Entre mayor conozcamos a nuestra
pareja y entre mayor entendamos nuestras diferencias, más posible será el que
logremos satisfacer sus gustos y necesidades.
Este
tema tiene muchísima tela para cortar y más adelante me gustaría escribir con
más profundidad sobre esto, por ahora les quiero pasar este video que ya había
una vez visto en una charla sobre matrimonio que recibimos mi esposo y yo de
Froila y Gérman (de quienes cabe acotar recibimos también nuestro curso
pre-matrimonial y que en Venezuela al pensar en consejo matrimonial piensas en
ellos) pero que de modo sencillo y hasta humorístico muestra esa inevitable
forma de ser y de pensamiento del hombre y la mujer.
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