martes, 29 de septiembre de 2015

¡Papá te necesito! al menos por 5 razones!



¡Papá te necesito! al menos por 5 razones


Con sus manitas se agarra a mi pierna y con su mirada -entre el divertido y el asustado- me mira antes a mí y luego a su papá. Sin soltar mi falda da un pequeño pasito adelante. Decide que ha sido demasiado atrevido. Vuelve atrás y me abraza la pierna otra vez. Su papá le llama y le espera al otro lado con los brazos tendidos. Él muestra su sonrisa de cuatro dientes. Y se suelta.
Esa imagen de los primeros pasos de un pequeño nos recuerda lo que es un padre: el que te espera con los brazos abiertos para enseñarte a caminar los pasos de la vida.

Papá te necesito porqué:
  1. Eres la conexión con LA REALIDAD
Papá: tu eres la presencia mediadora que me lleva a equilibrar la relación con mamá. 

Una madre, especialmente durante los primeros años de vida de los hijos, los percibe como parte de sí y siente que tiene que evitarles todo lo malo del mundo. Ese sentir choca inevitablemente con la realidad. Si tal tendencia no se vive de forma adecuada, la madre corre el riesgo de impedir el crecimiento y la maduración del hijo. 
Erikson afirma que “el primer logro social del niño es su disposición a permitir que la madre se aleje de su lado sin experimentar indebida ansiedad o rabia[1]”.

Papá: tu estás dispuesto a romper la ilusión infantil de ser invulnerable porque me enseñas la responsabilidad a través de la ley de las consecuencias.
  1. ME HACES SENTIR CAPAZ Y ME AYUDAS A TENER ÉXITO EN LA ESCUELA Y EN LA VIDA
Papá: probablemente eres menos capaz que mamá en identificarte con mis sentimientos. Pero a ti te gusta privilegiar la categoría del valor. Me animas a que supere las dificultades y quieres que mi comportamiento sea conforme con los principios morales, incluso si eso significa dejarme que afronte dificultades. Tu intervención busca hacerme consciente de mis propios límites y a superarlos.  Mi mamá me hace sentir protegido mientras que tu me haces sentir CAPAZ.

Papá: tu representas la seguridad ante una eventual amenaza o confusión. Tu seguridad deriva de una afectuosa firmeza ya que a la vez que me señalas límites claros, me permites correr los riesgos necesarios para mi crecimiento. De ti aprenderé a desarrollar mi autoestima, constancia y motivación, ya que imito tus habilidades en la resolución de problemas[2]

Varios estudios manifiestan que la participación activa del padre -medida tanto por la cantidad de tiempo como por la calidad de las interacciones entre este y los hijos - es un factor predictivo del positivo rendimiento escolar. Al revés, la falta, física o simbólica, puede ser una de las causas del fracaso académico[3]. Aunque también los mejores resultados en el rendimiento escolar se dan cuando en la familia están presentes e involucrados tanto la madre como el padre.[4].

¡Pero cuidado! Tu excesivo dominio sobre mi puede inhibir las tentativas de conquista o reducir la confianza en mí mismo y en mis capacidades. 
  1. ME HACES CONOCER MIS LÍMITES
Papá: tu eres más directo y sincero en el diálogo. Te atreves a decirme arréglatelas tú y estás menos disponible para simplificar las dificultades. Me ayudas a asumir mis propias responsabilidades y me enseñas a adaptarme a las situaciones adversas. Admites mis defectos tu admiración es algo que me da fuerza para ser mejor. Tu mera presencia es beneficiosa para mi buena conducta.[5].
  1. ME AYUDAS A ACEPTAR MI SER HOMBRE O MI SER MUJER
Papá: Eres necesario para ayudarme a establecer la diferencia sexual entre el ser niño y ser niña. 

Meeker[6] está convencida de que el padre tiene una enorme influencia sobre la hija: La interacción que una hija tiene con su padre determina las relaciones futuras con los demás hombres. La autoestima y la capacidad para tener relaciones sanas con otros varones depende de la presencia del padre con la hija. Ellas buscarán lo que necesitan en las amistades masculinas o en las relaciones sexuales. En cambio, el apoyo, la comprensión y la valoración del papá, promueven el desarrollo de la autoestima, que a su vez las predispone para que sean capaces no sólo de rechazarlas sino también de oponerse a la dominación masculina[7].

También los hijos varones se ven beneficiados por la presencia del padre. Ellos aprenden cómo hay que tratar y amar a una mujer. La activa participación del padre juega una acción preventiva en los problemas de comportamiento, delincuencia, depresión y abuso de drogas[8]. El hijo hasta con el juego aprende a ser varón, la rudeza y la forma diferente de relacionarse con papá le ayuda a identificarse con su modo de ser hombre.
  1. CUIDAS A MÍ MAMÁ
Según Winnicot “las madres, que por naturaleza son capaces de prestar un cuidado satisfactorio, son susceptibles de ejercer mejor aún su cometido si ellas mismas son objeto de unos cuidados que tengan presente la naturaleza esencial de su misión. [9]”.

Papá: sin tu intervención reguladora, mamá corre el riesgo de ser absorbida completamente por los hijos olvidándose de cuidar de sí misma. Las madres, de hecho, tienen la tendencia a sentirse indispensables, como si el hijo no pudiera prescindir de su presencia para evitar los fracasos. Guiadas por su espíritu protector pueden convertirse en el apéndice de ellos favoreciendo la propensión a parasitar las energías de los demás. Cuando el hijo se da cuenta de la disponibilidad de la madre, puede sentirse autorizado a pedir cualquier cosa con un actitud tiránica, sabiendo que se le concederá: el deseo se convierte en pretensión y las necesidades en derechos exigibles.

La presencia reguladora del padre se hace más necesaria en la adolescencia. De hecho es bastante frecuente que las mamás, en esa época, dejen progresivamente la convicción, consciente o no, de poder gestionar solas la educación del hijo. Eso puede suceder porque la madre quiere aumentar o retomar su vida social y su evolución personal, tanto en el trabajo como en las amistades, debido a la menor ocupación que le supone el cuidado del hijo cada vez más autónomo. 

El papel del padre se valora por algunas características que quizás antes no se tomaban mucho en consideración: la propensión a la firmeza, la capacidad a decir que no y determinación en las decisiones que tienen que ver con el hijo. Cuanto mayor es la edad del hijo, más difíciles y determinantes son las decisiones que se tienen que tomar.


Escrito adaptado de Maria Grazia Gualandi

Fuente: https://mail.google.com/_/scs/mail-static/_/js/k=gmail.main.es_419.XqGUHSxlIfo.O/m=m_i,t/am=PiM-IOCOjPuDWGMK0Cx9hMLee-9nlxQ_OXhRZ8IEkOwFwP_N_h_A70F70RYw/rt=h/d=1/t=zcms/rs=AHGWq9AW4Ji5j8O8I4q3wIdy02pFWO7QpA


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