Muchas veces cuando educamos, podemos caer inconscientemente en la queja... ¿Por qué todo este desorden? ¡Nunca haces caso a la hora de dormir! ¡Me tienes agotada! ¡No puede ser que no hayas terminado la tarea!... al final se dice: que no vuelva a suceder.
Cuando aparece la queja, le estamos poniendo emocionalidad a los argumentos. Inconscientemente buscamos que nuestros hijos actúen para complacernos y entiendan que nos harían sentir bien si hacen lo correcto. Lo cierto es que en realidad les estamos manipulando sentimentalmente y no estamos logrando lo que queremos (que corrijan o mejoren la conducta libremente).
Los hijos se dan cuenta e incluso pueden hacer lo mismo con nosotros. ¡No me diste la comida que me gusta, por eso no comí! ¡Siempre me regañas a mí! ¡Tu no me quieres! ¡Estoy fastidiado de las clases, no puedo hacer la tarea!
La queja nos pone en situación de víctimas (la situación externa dirige nuestra forma de actuar) disminuyendo nuestra libertad y la capacidad de hacernos responsables.
¿Qué debemos hacer?
Los Padres: tenemos que estar más conscientes y evitar las reacciones cargadas de emocionalidad como la queja (para eso conviene conocernos y saber qué cosas nos hacen reaccionar así y ensayar las posibles respuestas). Incluso evitar decirles me pondré muy feliz cuando hagas x cosa, o por el contrario me pondré muy triste.
Con los Hijos: cortar los argumentos emocionales de nuestros hijos demostrándoles que eso no nos hará cambiar de opinión y que tampoco nos está afectando.
Para finalizar este post... más adecuado no podría ser:
"Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque se convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu carácter" (Gandhi).
Imagen: mama-queja.jpg
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